
En el centro de cualquier actividad docta estaba la Biblia, todo aprendizaje secular llegó a ser considerado como una mera preparación para la comprensión del Libro Sagrado. Todavía no se había inventado la imprenta, así que los libros eran escasos y caros. Sólo una minoría podía acceder a ellos. La gran mayoría de la población era analfabeta. Casi todos los libros estaban escritos en latín, que era la lengua culta y diplomática de la época. La literatura medieval exaltó el ideal caballeresco en los llamados "cantares de gesta", donde se contaban las hazañas de los guerreros de aquella época. Algunos ejemplos son: "La Canción de Rolando" (Francia), "El poema de los Nibelungos" (Alemania), "El Cantar del Mío Cid" (España).
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